Lección 6 “Jesús se mezclaba con las personas”. Para el Sábado 6 de agosto 2016

Tercer trimestre (julio-septiembre) de 2016

“Jesús se mezclaba con las personas”

Lección 6: Para el 6 de agosto de 2016

 

Sábado 30 de julio

Lee Para el Estudio de esta Semana: Mateo 1:22, 23; Juan 1:14; Lucas 15:3-24; Mateo 9:10-13; Salmos 51:17; 1 Juan 2:16; Filipenses 2:13-15.

Para Memorizar: “Se acercaban a Jesús todos los publicanos y pecadores para oírle, y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Este a los pecadores recibe, y con ellos come” (Luc. 15:1, 2).

Un diácono llevaba a unos jóvenes a un hogar de ancianos para realizar un culto cada mes. La primera semana, durante el culto, un anciano en una silla de ruedas le tomó la mano al diácono y la sostuvo durante el culto. Esto ocurrió mes tras mes. Un día, el hombre de la silla de ruedas no asistió. Le dijeron que no sobreviviría esa noche. El diácono fue a su habitación y lo vio acostado, inconsciente. Le tomó la mano, y oró pidiendo que el Señor le diera vida eterna. El hombre, aparentemente inconsciente, le apretó la mano, por lo que el diácono supo que había oído su oración. Con lágrimas salió de la habitación, y una mujer le dijo: “Yo soy hija de ese anciano. Él lo esperaba. Mi padre dijo: ‘Una vez por mes viene Jesús y me sostiene la mano. No quiero morir hasta sostener la mano de Jesús una vez más’ ”.−Adaptado de The Least of These, un video producido por Old Fashioned Pictures (2004). Usado con permiso.

Cristianismo es llegar a ser “Jesús” para alguien. Veremos el método del ministerio de Jesús y el modo en que la iglesia puede vivirlo.

 

Domingo 31 de julio:

Solamente el método de Cristo

La Sra. Elena de White, en un párrafo muy citado, resume lo que Jesús hizo a fin de llevar a la gente a la salvación. (Ver también Mat. 9:35, 36.)

“Solo el método de Cristo será el que dará éxito para llegar a la gente. El Salvador trataba con los hombres como quien deseaba hacerles bien. Les mostraba simpatía, atendía sus necesidades y se ganaba su confianza. Entonces, les pedía: ‘Sígueme’ ” (MC 102).

Analicemos esto un poco.

  1. Jesús trataba a la gente como quien deseaba hacerles bien: Se mezclaba con ellos y establecía redes.
  2. Jesús tenía simpatía por la gente: Formaba vínculos.
  3. Atendía sus necesidades: Esto también formaba vínculos.
  4. Cuando combinaba estos tres primeros elementos, ganaba la confianza de la gente.
  5. Entonces, les pedía: ‘Sígueme’ ”, para fueran sus discípulos.

Lo que vemos aquí es un modelo integral del evangelio. Esta forma de ministrar nos guiará en la proclamación del evangelio más plenamente. Jesús no separó los aspectos sociales (1 al 4) de dar la invitación a seguirlo (5), y tampoco debemos hacerlo nosotros. Todos estos aspectos operando juntos darán “verdadero éxito”. Esta lección enfocará el primer paso del método de Jesús. Las lecciones 7 a 11 se enfocarán en los otros pasos.

¿Qué dicen los siguientes versículos acerca de Dios el Hijo mezclándose con nosotros? Mat. 1:22, 23; Juan 1:14.

Todos estamos profundamente heridos y dañados por el pecado. Sin embargo, todo lo que ha salido mal en el mundo por causa del pecado está atendido por la reconciliación de Dios con la humanidad a través del ministerio encarnacional holístico de Jesús. Él se mezcló con las persona, y deseaba lo mejor para ellas y para toda la raza humana aun ministrando a quienes, en esa cultura, eran considerados “los peores”.

Medita en esta verdad asombrosa: Jesús, quien hizo todas las cosas creadas (ver Juan 1:3), tomó sobre sí la carne humana y, en la carne, se mezcló con la humanidad caída y ministró a ella como lo hizo. ¿De qué modo esta verdad maravillosa, tan llena de esperanza, impacta la forma en que nos conectamos con los demás y los servimos?

 

Lunes 1 de agosto:

Perdido y hallado

Jesús contó tres parábolas, según Lucas 15, en respuesta directa a la acusación de los fariseos y maestros de la ley, de que Jesús “a los pecadores recibe, y con ellos come” (Luc. 15:2).

Lee los siguientes pasajes y nota la respuesta de Jesús a estas acusaciones. Luc. 15:3-7; Luc. 15:8-10; Luc. 15:11-24.

Cada parábola comienza con algo perdido y termina con una celebración, una expresión del amor de Dios por nosotros y su profundo interés en nuestra salvación.

Un pastor visitó a una persona interesada, y descubrió que toda la familia deseaba estudiar la Biblia excepto uno de ellos. La madre, el padre y la hija menor habían aceptado a Cristo y estaban ansiosos de recibir al pastor en forma regular. El hijo mayor se había rebelado contra el cristianismo. Cada tarde, cuando el pastor los visitaba, el joven salía de la sala y no participaba en la serie de estudios. Después de seis semanas, el joven pastor comenzó a desafiar a los tres a considerar el bautismo. Cada uno de ellos quería esperar un tiempo antes de decidirse. Inesperadamente, el joven entró a la sala donde estudiaban y anunció que él quería ser bautizado tan pronto como el pastor sintiera que estaba preparado. Había estado en su habitación siguiendo en una Biblia usada que él había comprado después de la primera lección y, durante ese tiempo, había crecido en él la convicción de que necesitaba hacer una confesión pública de su fe. Dos semanas más tarde, el joven fue bautizado y, un mes después, la familia entera también dio el paso. Considerando las parábolas, podemos imaginarnos que había gozo en el cielo por las decisiones de esta familia.

Jesús se puso intencionalmente en contacto con personas como la samaritana junto al pozo, el centurión romano, la mujer “pecadora” que derramó sobre él el valor de un año de salario de perfume e innumerables personas “indignas” de aquellos que se consideraban demasiado santos para estar junto a ellas.

¿Has evitado alguna vez testificar a una persona que no hubiera cabido bien en tu iglesia? ¿Qué sería necesario para que tú y tu iglesia encontraran gracia suficiente para abrazar a esos “pecadores”?

 

Martes 2 de agosto:

Comía con los pecadores

Lee Mateo 9:10 al 13. ¿Qué mensaje vital podemos descubrir en la respuesta de Jesús a sus críticos? Ver Ose. 6:6.

Jesús está sentado a la mesa, donde tiene compañerismo y come con quienes la sociedad consideraba “indeseables”.

¿Qué clase de personas considera tu cultura como “indeseables”?

Interrumpido por la pregunta de los fariseos sobre el hecho de que Jesús se mezclaba con personas tan despreciables, Jesús los desafió a aprender el significado de misericordia en contraste con sacrificio. “Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento (Mat. 9:13). Cuán triste es que Jesús tuviera que decir a los líderes religiosos que aprendieran una de las verdades más vitales de su propia fe.

Aquí vemos otra vez el mismo problema que ocurría en tiempos del Antiguo Testamento, cuando las formas religiosas y las ceremonias llegaron a ser más importantes para la gente que el modo en que trataban a otros. Cuán interesante es que Jesús citó el Antiguo Testamento (Ose. 6:6) para plantear su punto.

“Miles están cometiendo el mismo error que los fariseos a quienes Cristo reprendió en el festín de Mateo. Antes que renunciar a alguna idea que les es cara, o descartar algún ídolo de su opinión, muchos rechazan la verdad que desciende del Padre de las luces. Confían en sí mismos y dependen de su propia sabiduría, y no comprenden su pobreza espiritual…
“El ayuno o la oración motivada por un espíritu de justificación propia es abominación a Dios” (DTG 246).

Es fácil juzgar las acciones de otros usando nuestras propias preferencias como norma. Debemos aprender a poner humildemente el yo a un lado, y permitir que el Espíritu Santo traduzca la misericordia en convicción.

¿Qué nos dice Salmos 51:17? ¿De qué modo el conocer nuestra propia pecaminosidad debería ayudarnos a comprender mejor el significado de este texto?

 

Miércoles 3 de agosto:

Mezclarse sabiamente

Un orador le pidió a un grupo que dijera cuántos “amigos no adventistas” tenían. Un hombre en el fondo de la sala se puso de pie y, con tono triunfante, dijo: “¡Estoy orgulloso de decir que ninguno!” Ese hombre puede haber tenido buena intención, pero sus palabras dijeron mucho acerca de qué clase de luz en el mundo era él.

Como ya vimos, Mateo 5:13 señala que somos la sal de la tierra, pero que esta sal puede perder su sabor. Un comerciante en Sidón había almacenado mucha sal en galpones con piso de tierra. Como la sal estaba en contacto directo con la tierra, perdió su sabor y no le quedó otra opción que dejar que fuera usada para pavimentar caminos. Del mismo modo, necesitamos ser cuidadosos al mezclarnos con el mundo: ¿Estamos permitiendo que el mundo nos robe nuestro sabor peculiar? ¿Son nuestros valores los mismos que los del mundo?

¿Qué podemos aprender de las siguientes historias sobre de la manera en queno debemos mezclarnos con el mundo? Gén. 13:5-13; 19:12-26; Núm. 25:1-3; ver también 1 Juan 2:16.

Estos ejemplos bíblicos ilustran la necesidad de ser cautos al relacionarnos con las personas que viven según los valores mundanos, enumerados en 1 Juan 2:16. Nos engañamos a nosotros mismos si pensamos que no debemos ser cuidadosos o que no hay peligro en enredarnos con los principios caídos del mundo. Al mismo tiempo, ¿qué bien estamos haciendo a otros si nos escondemos de ellos a fin de no ser impactados negativamente por sus caminos?

Nota este consejo sabio y equilibrado: “¿Rehusarán los seguidores de Cristo asociarse con los no convertidos, y regirán la comunicación con ellos? No, tendrán que estar con ellos, en el mundo, pero sin pertenecer al mundo; sin embargo, no participarán de sus caminos, no se dejarán impresionar por ellos, no tendrán el corazón abierto a sus costumbres y prácticas. Su asociación con ellos tendrá el propósito de atraerlos a Cristo”· (MS 3:263).

¿Cuántos amigos no adventistas tienes tú? ¿Cuál es la naturaleza de esa relación? ¿Quién influye más en quién: tú influyes en ellos o ellos en ti?

 

Jueves 4 de agosto:

En medio de una generación perversa

No hay dudas, el mundo necesita lo que Cristo nos ha dado. No hay nada en nosotros que sea importante. Solo por lo que hemos recibido de Cristo podemos alcanzar a otros. Y porque hemos recibido tanto, se nos llama a extenderlo a quienes no lo tienen. “Lo que ustedes recibieron gratis, denlo gratuitamente” (Mat. 10:8, NVI).

Lee Filipenses 2:13 al 15. ¿Qué se nos dice aquí, y de qué forma podemos extendernos a otros sin apartarnos nosotros mismos?

Debemos ser cuidadosos de que, al procurar protegernos tanto del mundo, dejemos de ponernos en contacto con las almas que hay en él. Es muy fácil mantener nuestra propia zona de comodidad espiritual y teológica, y llegar a ser introvertidos espirituales. Esta introversión puede transformarse en una religión centrada en uno mismo. ¿Cuán a menudo las iglesias locales, por ejemplo, gastan más energía discutiendo acerca de estilos de adoración o acerca de doctrinas, de la que invierten en alcanzar a un mundo moribundo?

Roberto Linthicum, en su libro Empowering the Poor [Empoderando a los pobres] describe tres clases de iglesias:

1) La iglesia en la ciudad (o comunidad). Esta iglesia no tiene mayor contacto con la comunidad. Su énfasis es servir a las necesidades de sus feligreses. 2) La iglesia a la ciudad (comunidad). Esta iglesia sabe que tiene que realizar un ministerio a la comunidad. Adivina lo que la comunidad necesita, sin consultarla. Luego presenta programas a la comunidad. Su ministerio se arriesga a ser irrelevante, y ella no los siente propios. 3) La iglesia con la ciudad (comunidad). Esta iglesia hace un análisis demográfico para entender a quiénes servirá. Los feligreses se mezclan con los líderes y residentes de la comunidad, preguntándoles cuáles son sus necesidades reales. Es más probable que su servicio sea relevante y bien recibido porque la comunidad ya dio su opinión y confía en el proceso. Esta iglesia se une con ella para decidir qué clase de comunidad quieren, y se asocia con ella para lograr esa meta. Tal iglesia se involucra con las organizaciones comunitarias y añade servicios faltantes, si es posible. Ambos grupos sienten que son propietarios de los programas, y con esa asociación atienden necesidades reales (pp. 21-30).

 

Viernes 5 de agosto

Para Estudiar y Meditar:

Lee “Nuestro Ejemplo”, El ministerio de curación, pp. 11-18; y “Leví Mateo”, El Deseado de todas las gentes, pp. 238-247.

La misión de la iglesia es hacia el mundo, no solo hacia sí misma. Fue organizada para servir a otros. Una iglesia de otra comunidad de fe tiene al comienzo de su entrada de autos, justo donde esta se linda con la calle, un cartel que dice: “Entrada de servidores”. Eso lo dice todo, ¿verdad?

“Uno no puede llegar cerca sin pasar tiempo con el perdido”. Jesús se mezclaba bien, y Elena de White indica que así debe hacer hoy la iglesia de Dios. Los miembros son la sal y deben impregnar la comunidad.

“No hay aquí un llamado a hibernar en el desierto evangelizando conejos. Aquí el profeta del Señor hace una invitación solemne a mezclarse, como Jesús, con los no amables, los pobres, los perdidos. Jesús era amigo de los pecadores. Asistía a sus fiestas, se encontraba con ellos donde estaban. Sin embargo, aunque a Jesús le gustaba ir donde había pecadores, nunca comprometió su fe. Las personas que se encontraban más cómoda con Jesús eran los pecadores, mientras los más incómodos eran los así llamados santos. Pero, Jesús no prestaba atención a eso porque él tenía claras sus prioridades. Vino para salvar pecadores. Esa fue su misión y debe ser nuestra misión, aun si sobresaltamos a algunos santos…

“Por demasiado tiempo los adventistas nos aislamos en guetos o refugios, como si el resto del mundo no existiera. Ese tiempo ha concluido. No podemos, no nos atrevemos, a vivir más tiempo en apostasía. Es tiempo de entrar a la comunidad como personas y como iglesia”.−Russell Burrill, How to Grow an Adventist Church, p. 50.

Preguntas para Dialogar:

  1. Analiza la idea expresada arriba de que, al aislarnos, estamos “en apostasía”. ¿Crees que es demasiado fuerte o el punto es válido? ¿Qué justificación bíblica puedes encontrar para respaldar tu respuesta?
  2. Aunque necesitamos mezclarnos a fin de ministrar, ¿por qué el apoyo de la familia de la iglesia y la responsabilidad hacia ella son un factor importante que no debemos descuidar? ¿De qué forma podemos, como cuerpo de la iglesia, ayudarnos mutuamente al procurar ministrar al mundo sin ser arrastrados a él?
  3. Analiza esta idea de que las iglesias gastan más energía discutiendo problemas internos que el que pasan en extenderse a otros. ¿De qué modo podemos evitar esta trampa mortal?

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